¿Por qué cuando alguien se propone comprender ciertos sucesos o hechos que colectivamente parecen reprobables o condenables se le acusa de justificar actos injustificables y, por tanto, de descargar de responsabilidad a los individuos que los han cometido?

Se cumple un mes del estreno en HBO de la serie “Patria”, adaptación homónima de la novela escrita por Fernando Aramburu en 2016. Estamos ante la historia de dos amigas separadas trágicamente por el terrorismo en el País Vasco desde los años de plomo hasta el cese definitivo de la actividad armada de ETA en 2011. Ciertas lecturas y reacciones que he venido leyendo y escuchando en los medios de comunicación y las redes sociales parecen seguir una lógica propia de grupos sociales que, hallándose completamente enfrentados, comparten sin embargo el afán en mantener una frontera impenetrable entre “buenos” y “malos” -cómo se repartan las etiquetas dependerá del grupo de pertenencia y referencia. Si uno de los nuestros se acercare para “comprender” al “extraño”, al “otro”, será condenado sin misericordia como “traidor”. Comprender sería cruzar esa línea moral que debe permanecer infranqueable; comprender no estaría justificado porque sólo serviría para justificar y, por tanto, para darle fuerza al “ajeno”, al «enemigo», al «malo»; comprender sería darle consideración de objeto digno de conocimiento al sujeto más indigno.

Y es ahí donde se encuentran dichas obras con este ensayo sociológico que traemos a nuestra sección de Entramados Lee: cualquier representación de la sociedad puede ser acusada de excusar si busca conocer, comprender, explicar algo que nos indigna o nos parece condenable. Si esto vale para la forma artística, tanto o más para el caso de la sociología siendo como es una ciencia empírico-social. La sociología es acusada a menudo de servir de excusa por poner el foco exclusivamente, se cree, en la colectividad, no haciendo responsable a los individuos de actos que le serían propios; en especial, cuando éstos son considerados como “malos”. La sociología sería suministradora de “excusas sociológicas”, denuncia inmediatamente palpable cuando se producen ataques al orden público, disturbios, actos de delincuencia o atentados, pero también cuando de los mismos se habla en situaciones de la vida cotidiana menos efervescentes. Es una inculpación injustificada, defiende Lahire, por estar basada en varias cosas, pero una de ellas es el desconocimiento. “Pensar que buscar las ‘causas’ o, más modestamente, las ‘probabilidades de aparición’, los ‘contextos’ o las ‘condiciones de posibilidad’ de un fenómeno equivale a ‘excusar’ en el sentido de ‘disculpar’ o ‘absolver’ a los individuos es resultado de una confusión de perspectivas. El hecho de entender pertenece al ámbito del conocimiento (laboratorio). Juzgar y sancionar son propios del ámbito de la acción normativa (tribunal). Afirmar que entender ‘desresponsabiliza’ a los individuos implicados equivale a reducir indebidamente la ciencia al derecho” (pág. 30). Añadiría por mi parte que el correlato de esta visión distorsionada para con una sociología supuestamente aquejada de un colectivismo inexcusable, casi enfermizo, sería un feroz y rampante punitivismo que exige a sus partidarios que jamás pongan en duda que la responsabilidad le cabe en exclusiva al individuo que quebrante el orden -único merecedor de una pena que se reclama ejemplarizante por dura-.

Al confundir derecho con sociología se olvida el propósito específico de esta última: describir y explicar hechos sociales, reprobables o no. Y hete aquí otro elemento más de ignorancia relacionado directamente con el anterior, porque este librito, además de apología, funciona como introducción a la sociología y defiende que sociedad no es conjunto de individuos que contengan en sí mismos todas sus determinaciones; tampoco sociedad sería entrelazamiento de estructuras que parecieran funcionar por sí solas determinando las acciones. Sociología es estudio científico de sociedad en tanto que configuración de relaciones entre actores (véase coincidencia con la entrada de divulgación Sociología e interdependencias). Estamos ante una perspectiva, por tanto, la sociológica, que procura un replanteamiento conceptual más allá de lo ordinario y facilita sortear trampas típicas del sentido común -más o menos culto- que no sabe cómo dar cuenta de comportamientos diferentes entre sujetos que ocupan posiciones similares ni termina de entender cómo sujetos que ocuparían posiciones distintas en un entramado de relaciones muestren, sin embargo, comportamientos parecidos.

¿Por qué cuando alguien se propone comprender ciertos sucesos o hechos que colectivamente parecen reprobables o condenables se le acusa de justificar actos injustificables y, por tanto, de descargar de responsabilidad a los individuos que los han cometido? Este libro es útil para recoger algunas pistas con que responder a esta pregunta y de paso una muy buena excusa para excusar a la sociología de, simplemente, producir excusas.

Lahire, Bernard (2016): En defensa de la Sociología: Contra el mito de que los sociólogos son unos charlatanes, justifican a los delincuentes y distorsionan la realidad, Buenos Aires: Siglo XXI.
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Sobre el autor/a

Pedro Torres Padilla

Pedro Torres Padilla

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Granada, Experto en Encuestas de Opinión y Experto en Investigación Social Cualitativa por el Colegio Andaluz de Doctores y Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología, Máster Universitario en Estudios Sociopolíticos por la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Ha sido docente en varias universidades andaluzas y, actualmente, es profesor en el Departamento de Sociología de la Universidad de Sevilla. Viene colaborando también como investigador en estudios sociales aplicados no académicos, tanto cuantitativos como cualitativos, en diversas consultoras privadas e institutos públicos de investigación, destacando el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Sociología del trabajo es su principal línea de investigación.

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