Para brillar en un congreso de sociología no basta con presentar correctamente una investigación. Es necesario convencer de que la investigación es crucial para el futuro de la sociología. Ello es posible siguiendo unos trucos sencillos.

Cómo triunfar en un congreso de sociología
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Presentar por primera vez una comunicación en un congreso es una experiencia exultante, pero al mismo tiempo, algo intimidante: ¿cómo me juzgarán? La comunicante novata suele asistir con una propuesta modesta y, al mismo tiempo, coherente: define un problema abordable, hace una pequeña revisión del estado de la cuestión, pertrecha una metodología y obtiene algunos datos que le permiten llegar a algunas conclusiones provisionales sobre el problema inicial. Todo esto suele ser correcto, pero también pasar inadvertido: un alivio para comunicantes inseguras, pero una frustración para quienes pretender brillar con luz propia en el firmamento sociológico. Para estas últimas personas me gustaría dar algunas indicaciones sobre cómo acicalar una comunicación para salir del anonimato. La regla fundamental es: intenta convencer de que tu investigación arroja resultados cruciales para el futuro de la investigación sociológica.

Imaginemos que partimos de una situación habitual. Nos hemos propuesto “explicar” un fenómeno que nos resulta curioso, desconcertante y, a la vez, nos repele: el negacionismo climático, el voto a Vox por inmigrantes u obreros, violencia de género entre jóvenes que han asistido a múltiples charlas sobre igualdad de género, homofobia virulenta entre adolescentes, voto mayoritario a opciones que consideramos “populistas” o fascistas, consumo “desmesurado” de alimentos grasos que engordan, estrategias “instrumentales” entre estudiantes, “adicción” a las redes sociales, etc.

El primer paso es decir que todo esto es muy complicado. Pero no se puede decir la palabra “complicado” porque sonaría a “Ufff, esto es mu’ complicao” -quedaríamos como patanes ignorantes-. Así que buscamos un sinónimo elegante: “complejo”. Con un par de circunloquios podemos pasar del “qué complicao es estooooo” a una elegante disertación en la que dejamos clara nuestra superioridad intelectual: “Evidentemente nos encontramos ante fenómenos de una enorme complejidad que exigen tener en cuenta una multiplicidad de factores interrelacionados…”. Como no sabemos qué factores concretos habría que tener en cuenta, lo mejor es expresarlos de la manera más general posible; así, todo el mundo estará de acuerdo y elogiará nuestra capacidad de relacionar entidades de orden muy diverso. Comenzar la frase con un “indudablemente” o un “evidentemente” -como en el célebre “evidente, querido Watson”- ofrece una imagen de seguridad intelectual y de gran “complejidad cognitiva” –el mundo es muy complicado y sólo gente como yo logra desentrañar sus misterios últimos-: “Indudablemente, nos hallamos ante un fenómeno multidimensional donde se imbrican dinámicas políticas, económicas, sociales, culturales en un contexto de globalización y de extensión de la mercantilización y de un nuevo estadio del capitalismo y de las interdependencias internacionales que genera, en su conjunción, una situación de enormes incertidumbres”.

Ya tenemos la primera parte -crucial, porque las impresiones iniciales son las que dejan más huella-. Ahora debemos presentar “datos”. Lo mejor es alguna tabla estadística, a ser posible multivariada: cuanto más complicada sea, más podremos alardear de pensamiento complejo. Por ello es recomendable no limitarse a tablas bivariadas, sino presentar en la pantalla una tabla llena de números -es aconsejable informarse sobre la técnica estadística de moda en el momento- o de gráficos llenos de líneas de todos los colores en todas las direcciones. Los gráficos y los PowerPoints deben rebosar de vocablos técnicos en inglés -cuantos menos términos castellanos, mejor: connota internacionalización, cosmopolitismo-. 

En general, no importa mucho que tras el discurso “hiper-complejo” presentemos una tabla donde relacionamos una respuesta a una encuesta con diversas variables independientes. Lo importante es cómo formulamos posteriormente la conclusión para pasar de “los encuestados pelirrojos de 16-18 años utilizan más el Facebook en un 20% (p <0.05)” a alguna afirmación de enjundia sobre las grandes transformaciones del mundo contemporáneo.

Si hemos hecho investigación cualitativa, podemos presentar varios verbatims de entrevistas o grupos de discusión.  Lo ideal es dos o tres verbatims -sólo disponemos de 10-12 minutos para nuestra comunicación-. Los más efectivos son los que enuncian algo supuestamente sorprendente. Tras ellos, describimos la situación de entrevista y las condiciones -a ser posible, penosas- en que desarrolla su vida o actividad la persona. Al final, relacionamos las tres: he desvelado el sentido de este enunciado aparentemente absurdo –el informante rechazó que le regalaran una cocina de inducción a pesar de su extrema pobreza: hemos desvelado que su conexión eléctrica era tan inestable y con tan poca potencia que no le permitía usarla-.

Una tercera posibilidad es un artículo “teórico”: aquí lo mejor es acumular autores y conceptos, presentados cada uno en una o dos frases y haciendo que las frases se sucedan con rapidez -a ser posible con términos grandilocuentes: “globalización”, “interseccional”, “autopoiético”, “sociedad del riesgo”, “biopolítica” o los términos de moda en el momento del congreso- para que al público no le dé tiempo de interrogarse sobre la coherencia de lo que está escuchando. Lo importante aquí es guardar un suficiente halo de ambigüedad: insinuar más que afirmar, establecer conexiones de la suficiente generalidad e indeterminación para permitir que el oyente pueda imaginarse lo que quiera -y, sobre todo, imaginarse que ha escuchado y entendido un pensamiento complejo-.

el heraldo, Public domain, via Wikimedia Commons

Ya sólo nos queda la conclusión. Si hemos hecho un artículo “teórico”, es fácil: simplemente seguimos engranando términos imprecisos y grandilocuentes para afirmar la importancia de la materia tratada en la comunicación en un mundo que ha llegado a un grado de transformación sin precedentes en la historia de la humanidad -es muy importante insistir en que estamos en una época de acelerado cambio y que esto es una novedad: da la impresión de estar a la última y de enfrentarse, cual intrépido piloto de dragones, a los enemigos más feroces e imprevisibles en una sucesión de vertiginosas piruetas teóricas-. Una serie de argumentos suelen tener siempre mucho éxito: los aceleradísimos y novedosos cambios sociales que vivimos nos están sumiendo en un estado de incertidumbre, perplejidad, anomia, alienación, desorganización, pérdida de referentes, etc., y esta pérdida de organización social es la que explica lo que haya que explicar. Es importante, eso sí, que se sucedan rápidamente los términos para aparentar relaciones causales: la globalización provoca una desorganización social que nos sume en un estado de incertidumbre que termina hundiéndonos en la anomia y, a la postre, en una pérdida de referentes que provoca que hagamos X.

Si nuestro artículo es empírico, sólo tenemos que dar un pequeño rodeo para llegar al mismo sitio. Lo importante es cambiar de escala: hemos de pasar de una evidencia empírica muy concreta a una afirmación general sobre la sociedad. Para ello simplemente hemos de convertir la evidencia empírica en un indicio de esa transformación general. Así, si hemos visto que ha aumentado un poco una tasa “mala” -de suicidios, delincuencia, votos a la derecha, absentismo escolar, etc.: cualquier encuesta tiene múltiples posibilidades para hallar datos “preocupantes” o “sorprendentes”-, podemos pasar de ella a una afirmación sobre la desorganización social producto de los cambios aceleradísimos, etc. Lo mismo si presentamos verbatims en una investigación cualitativa: esgrimimos esos verbatims -“No sé cómo vamos a solucionarlo, llevamos meses en la misma situación”- como indicios incontrovertibles de grandes transformaciones sociales que nos llevan a un estado de incertidumbre en una época sin precedentes de agudización de la desigualdad social, la anomia, la entropía, la obesidad o las comunicaciones en congresos.

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Sobre el autor/a

Enrique Martín Criado

Enrique Martín Criado

Profesor de sociología en la Un. Pablo de Olavide y doctor en sociología por la Universidad Complutense de Madrid, con la tesis “Estrategias de juventud” (publicada como “Producir la juventud”, Istmo, 1988). Ha publicado libros y artículos sobre teoría sociológica, técnicas cualitativas de investigación, análisis de discurso, sociología de la educación, transformaciones de las clases populares, sociología de la alimentación o sociología del trabajo. Entre sus publicaciones recientes destacan “La escuela sin funciones. Crítica de la sociología de la educación crítica” (Bellaterra, 2010), “Les deux Algéries de Pierre Bourdieu” (Ed. du Croquant, 2008) y “Conflictos por el tiempo” (coeditado junto a Carlos Prieto, C.I.S., 2015). Miembro fundador del colectivo “Denunciemos los abusos patronales”.

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